sábado, 27 de agosto de 2011

Segovia ¿qonqapunkichu?

Segovia ¿qonqapunkichu?
En 1949 llegó a Cochabamba el guitarrista español Andrés Segovia, quien vivía por entonces en Buenos Aires. Había gestionado su venida el Ministro de Instrucción Pública José Antonio Rico Toro y el maestro se presentaría en el Teatro Achá a las 18:30 y con varias condiciones. La primera, que se interrumpiera el paso del tranvía para garantizar el debido silencio que él necesitaba cuando tañía la guitarra. La segunda, que el espectáculo comenzara en punto y que, pasadas las 18:30, nadie ingresara más a la sala.
Sonaron las 18:30 y el maestro hizo subir el telón y se presentó al público. Se sentó en una silla, en completo silencio mientras acariciaba las cuerdas de su guitarra. Sin embargo, una dama copetona no acababa de ubicar su asiento en la platea y saludaba en sordina a sus amigas. Otro señor carraspeaba y otros más tosían de impaciencia.
El maestro se mantenía en silencio hasta que del palco sonó una señal conminatoria para que todos guardaran silencio. No se oía ni el vuelo de una mosca, pero el maestro no salía de su mutismo.
Entonces se oyó una voz en la galería que dijo un tremendo despropósito:
--¿Segovia, qonqapunkichu?
¿Se había olvidado Segovia los temas de su concierto?
El ministro Rico Toro dio una orden terminante de que se capturara al indiscreto y se dirigió al camarín a rogarle al maestro que no le hiciera caso a ese palurdo y diera nomás el concierto. Tuvo que esmerar su argumentación para que el maestro cediera y al fin se dio el concierto, muy aplaudido, la visita al maestro para felicitarlo y el final de un día azaroso en la vida del ministro.
Cuando salía, un agente se acercó para avisarle que el tipo de la galería había sido capturado, pero tenía algo muy reservado que comentarle: era el hermano del ministro. Rico Toro no se inmutó y ordenó que el infractor pasara la noche en el calabozo, aunque fuera su hermano.

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