sábado, 27 de agosto de 2011

Cervecería Taquiña

Cervecería Taquiña
Cochabamba tuvo una importante migración alemana, cuyos descendientes todavía son reconocibles. Ellos estaban acostumbrados a tomar cerveza, que importaban de Europa y probablemente costaba muy cara. Esa dulce necesidad hizo que fundaran la Cervecería Taquiña en septiembre de 1895 miembros de ilustres familias como los Kunst, los Bessand, los Brockmann, los Werth y los Kruger. Entre ellos había también pilotos y funcionarios alemanes del Lloyd Aéreo Boliviano, creado también a fines del pasado siglo. Cincuenta años después, Joseph Stark encabezaba la lista de socios con 1.041 acciones, seguido de otros inmigrantes europeos: O’Connor, Williams, Clauss, Jastram, Barber, Brockmayer, Muller, Reclam, Nanetti, Hughes, Heitmann, Girod, Hauschildt, Hoffmann, Dietze, Koehler, Zôllner y Brandenburg. Asimismo encontramos apellidos cochabambinos tradicionales como: Laredo, Galindo, Sanjinés, Urquidi, Bazoberri, Anze, Galdo, Anaya, Rivero, Lozada, Valverde, Gumucio, Torrez, Méndez, Araníbar y Zambrana.
EL CHOP EUROPA
Gracias a nuestro dilecto amigo Ernesto Daza Rivero sabemos que el legendario Chop “Europa”, que fue una tradición en Cochabamba, fue fundado por Max Reikendorf en 1890 con el nombre de “Max Chop” frente al Teatro Achá, sobre la calle España, que por entonces se llamaba la Calle del Teatro, gracias al auspicio de Cervecería Taquiña, que proporcionaba el célebre Chop Taquiña, conservado en barriles de madera importados de Alemania a solicitud de los cerveceros Kollemberger, Fiebig y Maurer. Tenia media puerta vaivén y estaba ubicado al lado del Club Alemán. El chop se mantenía helado gracias a unos bloques de hielo que bajaban en burros desde la Taquiña. Este mismo Max Chop se llamó luego Chop Europa, el cual tenía dos óleos votivos que pintó don Avelino Nogales, uno de ellos que titula “Bebiendo cerveza Taquiña” y el otro, “Terminando de beber cerveza Taquiña”, es decir, durmiendo la mona entre barriles del líquido néctar. El administrador más conocido del Chop Europa fue Paul Kollros, cuyo nombre se repite ya por cuatro generaciones, si no más; luego fue Mario Antezana, hermano de Armando Antezana, el Gordo Ja Ja, y cuando se trasladó a la segunda cuadra de la misma calle, el último administrador fue nuestro querido amigo Chavo Sanzetenea.
EL CLUB ALEMÁN
El Club Alemán se denominó Sociedad Anónima Club Alemán de Cochabamba (Deutscher Verein Zu Cochabamba AG) y fue fundado el 7 de febrero de 1895 por Herm Brockmann, Carlos v. Bulmering, Geog Decker (quien fue contador de la Casa J.C.Torres e Hijos), Ernest Detlefsen, Óscar A. Ehrhorn, herm Fricke, Carl Heitmann, Herm. V. HOlten, Ingwald Johannensen, Rodolfo Kruger, León Lehmann, Georg Puttkamer, August Schimmer, Otto Schmidt, Josef Stark, Oscar Stockfleth, Carl Schultze, Dr. Adolf Stocker, Alexander Zinkeisen, Wilhelm Kunst, Alfredo Barber y Heinrich Werth. De ellos, seis fueron fundadores de Cervecería Taquiña S.A. Estos socios degustaban y aprobaban las vareidades Pilsen, Baviera, Malta y Munchener Bock, de Taquiña. Era un establecimiento muy elegante, pero no logro sobrevivir a la Segunda Guerra Mundial, pues Bolivia declaró la guerra a Alemania en 1944. Muchos de los socios alemanes fueron deportados a campos de concentración en Texas y no volvieron más a Bolivia.
CERVECEROS ALEMANES
Tres ingredientes básicos tiene una buena cerveza: cebada, lúpulo y agua. La exquisitez y calidad de la Cerveza Taquiña se debía no sólo a la calidad de la cebada, del lúpulo importado o del agua de la cordillera del Tunari, sino del prestigio profesional de los técnicos alemanes. El primero de ellos desde el año de fundación, 1895 fue Alberto Kollemberger, quien poco antes había fundado en La Paz la Cervecería Alemana y la Cervecería Boliviana. Su primer ayudante fue el Sr. Peters y el segundo maestro cervecero fue Pedro Soumchsen. En 1897 se instaló la fábrica de hielo de la Taquiña y la empresa adquirió pipas y barriles en Europa. En 1898 registró las marcas Pilsener y Malta en el Ministerio de Fomento, que todavía funcionaba, como el gobierno central, en Sucre.
En 1901, el maestro cervecero Enrique Fiebig instaló un “motor hidráulico” para reemplazar el trabajo manual y el segundo cervecero fue el sr. Voigt, reemplazado poco después por Juan Maurer. En fin, el mismo año se intentó formar un sindicato junto a la Cervecería Colón, para monopolizar la producción. En 1902 nació la variedad Munchener Bock, que con la Pilsener y la Baviera, eran las favoritas en el Club Alemán. En 1903 fue segundo cervecero el Sr. Burneisler.
En los inicios del siglo XX, el 29 de marzo de 1905 la Empresa Peña de Teléfonos instaló una línea entre la Fábrica y la Agencia de ventas de la ciudad. Hasta 1924 permaneció como primer cervecero el Sr. Fiebig, y en 1934 fue sustituido por don José Hass. Dos años después, se sustituyó la leña como combustible por una turbina generadora de electricidad marca Escher Wyss.
En 1925 se celebró el Primer Centenario de la República, y Taquiña lanzó una Malta Blanca en cuya etiqueta se ostentaba el escudo nacional junto a dos banderas cruzadas: la tricolor boliviana y la enseña del Imperio Alemán, que flanqueaban un óvalo con la figura del monomotor Junker “Oriente”, rodeado por espigas de cebada y hojas y frutos de lúpulo.
Los accionistas fundadores de Taquiña fueron los señores: Alberto Kollemberger (el mayor accionista), Ubaldo Anze, Alfredo Barber, Luis Bessand, hermann Brockmann, Antenor Cossío, Isaac Daza, Ernesto Galindo López, Víctor Guzmán Achá, Emilio Hietmann, Rodolfo Kruger, Guillermo Kunst, Manuel Venancio Montaño, José de la Reza, Ramón 2º Rivero López, José Starck, Filomena C. viuda de Urquidi, Alfredo Urquidi Gines, Julio Vargas, Enrique Werth y Víctor Zambrana.
La primera producción de cerveza data del 10 de mayo al 30 de junio de 1895 y constaba de 515 docenas de botellas elaboradas con 80 quintales de cebada. En sus inicios, la Empresa tuvo 10 personas entre empleados y trabajadores.
OJO DE VIDRIO
100 años de “Taquiña”
La Patiño Mines y Comibol, dos megaempresas bolivianas, estuvieron lejos de cumplir un siglo de vida. En cambio “Taquiña” nos compaña desde hace 100 años. Desde 1895, billones de vasos, galaxias enteras de burbujas colmaron la alegría de tatarabuelos, bisabuelos, abuelos, padres, hijos y nietos, con sus respectivas y bellas parejas.
Sobre la mesa / --Burbuja de burbujas / Leche de rubia / Nieve y oro / Sangre de Walkiria-- / La cerveza.
Los recuerdos más antiguos de seis generaciones están ligados a Taquiña. A los garrafones de chop servidos al pie de la cordillera. A los patos que preparaba el abuelo y el padre de Carlitos García, y que ahora deleitan los sentidos de los visitantes de Taquiña. A la generosa visión del valle de Cochabamba, que se extiende como una rumorosa alfombra verdeávida, siempre presta a recibir el torrente de cebada y lúpulo que libera a diario la Cervecería.
Hace diez años, el diablo que guardo en el cuerpo me obligaba a caminar desde temprano, todos los fines de semana, de la zona de El Castillo al Frutillar, a Mesadilla, a Aranjuez, a las orillas del Parque Tunari, al Temporal, a la vieja cervecería Colón y, luego de cruzar dos sonoras quebradas y de orillas sembríos de flores y de fatigar mis fieles pies durante cuatro horas, avizoraba por fin los elevados torreones de la Cervecería y entonces apuraba el paso, para sentir de una vez la dulce y refrescante sensación de rociar las entrañas del espíritu con la nieve y el oro de Taquiña.
Conocí en el colegio a Tito Asbún, apenas un año mayor que este humilde y sediento servidor y, ahora que lo pienso, quizá en esos años felices la bonhomía, la alegría serena, la sonrisa presta de Tito ya le anunciaban éxitos. Gracias a su voluntad férrea y el manejo inteligente de Taquiña, Tito Asbún evitó que nuestra Cervecería cayera en manos ajenas al linaje empresarial de este valle.
La historia de Taquiña se parece a la historia del río Rocha. Las aguas cristalinas de la cordillera, convertidas en un turbión de alegría, se arremansaban en El Prado, en la esquina de Pisterna, hace cien años. Con el tiempo formaron una laguna de amenidades, de suertes y bravos desafíos en el Chop Comercio. Frente al Teatro Achá, los dados del azar rociados de Taquiña desbordaron el arroyo del Bar Europea; se perdieron, con un cantar de ranas, en El Corso; y en un tronar de cohetes, en El Dorado; y en una explosión de luminarias en el Savarín; y en una fiesta de buscapiques en El Prado; y en un himno a la alegría en el Bar Social de Cala Cala.
En homenaje a tanta dicha, a tanta sed saciada, a tan elevada exaltación, a tan amena tertulia entre abuelos y nietos, vivos y muertos, alzo mi copa rebosante de buen humor y de Cerveza Taquiña.

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