sábado, 27 de agosto de 2011

Gaby del Mar

Gaby del Mar
René Zavaleta dijo que a la casta gobernante durante la guerra del Pacífico más le hubiera dolido perder a la Virgen de Copacabana que perder el mar, pero una excepción o quizá un severo mentís era Gaby del Mar, como pasó a la historia doña Gaby de la Reza Suárez, nacida en un hogar de viejos terratenientes que tenían su finca en Altamachi, provincia Ayopaya de nuestro Departamento.
Doña Gaby era una presencia constante en todo acto de reivindicación de nuestra soberanía marítima. Nació el 26 de julio de 1918, era la tercera hija de Luis de la Reza Jiménez y de Abigail Suárez. Vivió en la calle San Martín esquina Bolívar. Estudió en la Escuela Cobija y en el Colegio de las Esclavas del Sagrado Corazón o Colegio Irlandés. Como solía galopar en sus tierras de Altamachi, le tocó celebrar sus 15 años, que era su presentación en sociedad, y pidió un traje de amazona. Su pasión por el tema del mar se despertó muy temprano, cuando enseñaba a leer y escribir a los colonos de la finca y armaba un Altar Patrio para que desfilaran y cantaran himnos patrios. Las Fuerzas Armadas le reconocieron haber sido pionera del Servicio Premilitar femenino otorgándole el grado de Subteniente del Ejército Boliviano. Con Laura y Edith, sus hermanas, formó un trío, Las Rimpiantom que interpretaba música clásica coral y se acompañaba con guitarra. Desde muy joven decía: Soy una mujer que amo a mi patria desde antes de nacer.
La revolución del 52 obligó a su familia a emigrar a Chile. A su retorno, era un digno ejemplar de la belleza cochabambina. Se casó con Tobías Almaraz y tuvo tres hijos: Malena, José Luis y Eduardo Abaroa Almaraz. Al último terminó por acceder a cambiarle el nombre por Eduardo Tobías.
Su devoción por el tema marítimo recrudeció con nuevas manifestaciones: recogía estudiantes del Instituto Americano y como gratitud les pedía que gritaran: Viva Bolivia, Muera Chile. Como profesora del Colegio María Cristina, imponía disciplina en los alumnos con un silbido penetrante y les hacía marchar y cantar el Himno Nacional y el Himno al Mar. Enviudó y se casó con el Coronel Rodulfo Rivera Mercado. En su cumpleaños, en lugar de una canción alusiva pedía que le cantaran el Himno al Mar. Hablaba y arengaba en quechua sobre el tema. No le faltaba en la cartera una escarapela con cinta celeste.
Fue Presidenta del primer directorio del Comité Pro Mar Boliviano el 14 de febrero de 1974. Un año después, testimonió su disgusto al Presidente Banzer por el famoso Abrazo de Charaña con el general Pinochet, en busca de una solución practicista para el tema del mar. En 1979 envió una Carta abierta a la Asamblea General de la OEA, reunida en La Paz. Era su costumbre terminar sus cartas con un lema: Hasta llegar al mar con Dignidad y Soberanía. Convocó a una reunión de los Cien Notables, entre ellos Ricardo Anaya y los ex Presidentes David Toro y Walter Guevara. En abril de 1987 encabezó a 600 personas que marcharon en un convoy a la frontera con Chile. Fue condecorada en 1976 pero depositó la presea en manos de Monseñor Armando Gutiérrez Granier en tanto se recuperara el mar con soberanía. Le otorgaron la Orden de la Gran Cruz al Mérito Naval, una medalla de la Séptima División por haber promovido el servicio premilitar femenino, y una distinción de Notable por el Concejo Municipal, que recibió su hijo porque ella se encontraba delicada de salud. Concurrió al último acto público el 23 de marzo de 2001 y falleció el 1º de noviembre de 2002 a sus 84 años. Una avenida principal de Cochabamba lleva su nombre. Edith Zabalaga de Montecinos le dedicó un poema cuya primera estrofa dice: Un hálito de fuerza y dominio / exhalaba su presencia / llenando con rayos de energía / y levantando en las almas / de aquellos que escuchaban / su grito pregonero / de Amor a su Bolivia.”

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