sábado, 27 de agosto de 2011

Pasado y presente del Cerro de San Pedro

Pasado y presente del Cerro de San Pedro
El nombre quechua del Cerro de San Pedro es Tata Kjiri Kjiri, seguido por los picos Llallahua (el Solterito) e Incacollo (El Abra). Se llamó San Pedro en homenaje a Pedro de Cerdeña o Cárdenas, quien ya en 1553 o un año después había formado el pequeño pueblo de Canata, ubicado al este de la actual Cochabamba. Se trataba de una pequeña aldea contigua a la de los descendientes de los Caris, los cuales ayudaron a Cárdenas a quemar el bosque del lugar donde se fundó el pueblo que se llamaría Canata, del quechua canan: quemar, incendiar.
En el sector noreste del Cerro de San Pedro, se extendió un valle fértil llamado Muyurina, de aproximadamente 200 hectáreas, que comprendía desde la cumbre ocupada hoy por el Cristo de la Concordia hasta las faldas del cerro y se prolongaba en el actual Jardín Botánico. Allí se asentaron durante 170 años las familias de Joseph de la Granda, Julián Quiroga, Mariano Enrique Moscoso, Juan de la Cruz Torres, Ramón Rivero, Ernesto Daza Ondarza y Olga Rivero Torres viuda de Daza Ondarza.
De 1965 a 1974, la Alcaldía Municipal expropió el área que actualmente ocupa el jardín Botánico “Martín Cárdenas” y el Parque “Cuarto Centenario”, y se nombró Director del Jardín Botánico Municipal al Dr. José L. Márquez B.
Este sector noreste de la serranía poseía una flora nativa estudiada por sabios botánicos como Tadeo Haenke, Alcide D’Orbigny, José B. Pentland, Miguel Bang, José Steinbach, Theodor Herzog, Francisco de Viedma, Noel Kempff Mercado y el padre Juan Cañigueral. El Hno. Adolfo de María Jiménez, de la orden de La Salle, en su libro Plantas del Valle de Cochabamba, describe un árbol milenario que sobrevivió hasta 1989 llamado Huayronco. El Herbario La Salle conserva la descripción de las plantas catalogadas por el Hno. Adolfo. Martín Cárdenas y sus discípulos también catalogaron las especies botánicas de la zona, en tanto que la fauna, en especial ornitológica, fue clasificada por Francisco de Viedma, Tadeo Haenke, D’Orbigny y Eugen von Boeck.
En los últimos treinta años, y particularmente en nuestros días, la serranía de San Pedro ha sufrido numerosas intervenciones, unas arbitrarias y otras oficiales. Entre las primeras, el Cnl. Darío Guzmán, Comandante de la Escuela de Sargentos Maximiliano Paredes, consagró su afición a los caballos mandando un batallón de conscriptos que construyó una senda en la falda este, que hoy es curso de aguas pluviales y una seria amenaza a la vida vegetal de la zona. Entre las segundas, en 1993, la Alcaldía Municipal abrió vías de acceso en el sector Noreste, rompiendo la armonía del medio ambiente de la serranía y alentando asentamientos humanos legales o ilegales en una zona que se extiende hasta El Abra.
Razón tiene el Dr. Daza Rivero en pedir que se preserve a toda costa el último ecosistema natural que tiene la ciudad de Cochabamba. La rinconada del sector noreste era patrimonio municipal, es decir, de todos los cochabambinos, pero hoy se ha convertido en propiedad privada, con numerosas construcciones particulares y acceso restringido.

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